martes, febrero 27

El gran compositor Álvaro Carrillo

Álvaro Carrillo nació el 2 de diciembre de 1919 en la ranchería de El Aguacate, en el Municipio de Cacahuatepec, en la Costa Chica de Oaxaca. Sus padres fueron don Francisco José María Carrillo Jiménez, originario de Cacahuatepec, y doña Candelaria Morales, mulata, originaria de Juchitán, estado de Guerrero, quien falleció cuando Álvaro era todavía un niño. Después de la muerte de doña Candelaria, don José María Carrillo se trasladó a Cacahuatepec y contrajo nupcias con doña Teodora de Alarcón, de la cual el maestro Carrillo tomaría su segundo apellido.

Álvaro cursó sus estudios primarios en Cacahuatepec y posteriormente, en 1935, ingresó al Internado Agrícola Indígena de San Pedro Amuzgos, Oaxaca, pero, debido a una revuelta originada por el reparto de tierras, el internado se clausuró. En esta etapa de su vida, entre fiestas populares donde se tocaban sobre todo chilenas y sones costeños, inició su carrera en la música. Fue así como compuso Celia, la letra de una canción que estaba inspirada en una compañera de estudios de quien Álvaro se enamoró. También fue en esta época cuando compuso, a petición de un amigo, La amuzgueña, canción que estaba dedicada a la novia de aquél.

Se dispuso que los alumnos del ya clausurado Internado de Amuzgos se reincorporaran a los estudios en el internado de Ayotzinapam, en el estado de Guerrero. Al concluir sus estudios en este plantel, el compositor ingresó a la Escuela Nacional de Agricultura (ENA) en Chapingo después de aprobar exitosamente el examen de admisión. Y se resalta “exitosamente” porque el reglamento de la ENA que en aquel tiempo sólo permitía participar en el examen de admisión a alumnos con estudios a nivel secundaria, fue modificado para dar igual oportunidad a alumnos de los Internados Agrícolas. Fue así como el compositor pudo ingresar a dicha escuela, aun sin haber cursado la escuela secundaria.

Cuando Álvaro cursó sus estudios en la E.N.A., lo hizo en la etapa en que existía el régimen militarizado. Su afición por las canciones lo llevó a escapar frecuentemente de la escuela y, por consiguiente, a acumular varias amonestaciones. Fue tal su pasión por la composición y la música que abandonó el estudio durante un año. El director lo convenció de que terminara sus estudios. Y así lo hizo, y recibió el título de ingeniero agrónomo en 1945. Dejó a su escuela una canción de despedida, que es como un himno para esa institución: Adiós a Chapingo.

Álvaro demostró su capacidad para el estudio, pero para la agricultura. Fue un bohemio, un gran compositor, intérprete de sus canciones, y en este ámbito llegó a ser uno de los más grandes artistas mexicanos, de fama internacional.

Orgulloso por su escuela, bautizaría a una de sus hijas con el nombre del plantel: Ena. Sin embargo, su vocación de cancionero pudo más que la ingeniería, y decidió dedicarse por completo a la música. Álvaro Carrillo fue más un cancionero que un compositor. La diferencia estriba en que el compositor es un artista dedicado a transformar la vida en poemas musicales, mientras que el cancionero es un artesano que nace con la vida como oficio, predestinado a transmitir las vivencias – propias o ajenas – en formas bellas de canción.

Como ingeniero, Álvaro trabajó en la Comisión Nacional del Maíz en la ciudad de México. Sin embargo, siguió componiendo canciones, y a través de su amistad con el trovador Carlos Madrigal logró que el Trío Los Duendes le grabaran el tema Amor mío, que se convirtió en un gran éxito que le hizo abandonar por completo su otra profesión y dedicarse de lleno a la composición.

Otros cantantes que ya tenían cierta popularidad comenzaron a cantar las canciones de Álvaro, y así comenzó a ser conocido. El Maestro, como lo llamaban en el medio, compuso más de 300 canciones en los géneros del paso doble, chilenas, bambucos, rancheras y bolero. También intervino en varios programas de radio, televisión, teatro de revista y centros nocturnos durante 15 años.

Álvaro Carrillo falleció en un accidente el 3 de abril de 1969, cuando viajaba en automóvil con su familia por la autopista México-Puebla, debido a que un vehículo que se desplazaba en sentido contrario salió de su carril y se impactó contra el suyo. El chofer y su esposa, Ana María Inchaústegu, también fallecieron; sólo sobrevivieron los dos hijos, que iban en el asiento trasero.

La Universidad Autónoma de Chapingo le rinde honor cada año en el mes de octubre, cuando lleva a cabo el concurso Festival de la Canción de Aficionados Álvaro Carrillo, en el que participan alumnos de la institución en las categorías de composición poética e interpretación de sus canciones. El evento se lleva a cabo en el auditorio universitario que lleva el nombre del gran compositor y normalmente asisten los que fueron sus compañeros de estudios en la E.N.A.

 

Algunas anécdotas sobre su vida

Yoshiro Hiroishi, cancionista de fama indiscutible entre el público japonés, grabó Sabor a mí, canción con la que Alvaro Carrillo obtuvo el triunfo definitivo. Es así que cuando Yoshiro Hiroishi visitó la ciudad de México, localizó al oaxaqueño que actuaba en un centro nocturno de la ciudad, se vistió a la usanza tradicional japonesa, fue al lugar antes mencionado y se presentó en el escenario con su guitarra y cantó Sabor a mí con éxito inusitado. Esta canción dio vuelta al mundo, fue grabada en México, Francia, Bélgica, Grecia, Austria, Inglaterra, Italia, Holanda, España, Estados Unidos, etc.

Álvaro Carrillo tuvo 2 esposas. De la primera se divorció y con ella tuvo dos hijas, la primera de nombre Rosa Elena, que murió siendo niña, y la segunda del mismo nombre. A la primera le compuso la canción Arrullo, y a la segunda, Amor mío.

La segunda esposa se llamó Ana María Incháustegui Guzmán, y con ella tuvo 4 hijos: Pedro Álvaro, Mario Alberto, Ena Marisa y Lorena Georgina. Ella falleció al lado del maestro en el accidente que le arrebató la vida.

La canción Sabrá Dios la compuso porque compró un timbre postal en una oficina de correos y una mujer lo atendió. Al pedirle la cuenta, le dijo: «¿Cuánto va a ser, señora?», a lo que la mujer respondió: «Señorita, por favor». El maestro le contestó entonces: «Sabrá Dios». Al llegar a su casa ya tenía listo el tema de la canción.

La canción Sabor a mí fue la canción más exitosa de las que compuso, y una de las más bellas, la cuál ha sido traducida a 33 idiomas.

La canción Amor mío fue su canción favorita, pues le abrió camino al éxito.

Su canción La mentira (Se te olvida) fue el primer tema musical que le dio una mayor popularidad a una telenovela: se trató de La mentira, grabada en 1966.

Tenía la costumbre de fumar y quedarse dormido. Despertaba cuando el cigarro estaba quemándole los dedos.

Una de sus frases fue: “La escuela es para los burros. Yo no voy a mantenerme de ingeniero, sino de mis canciones.”

Adolfo López Mateos, por entonces presidente de la República, lo mandaba buscar. Lo llevaban y cantaba para él y para Dora María. Una vez le dio un cheque en blanco: “- ¿Cuánto le ponemos?”, me preguntó. –Yo no sé, lo que tú quieras.» Y él añadió: “No debo abusar.”

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1 comentario

  1. Constanzo Arenas on

    felicidades por el articulo, de lujo, ojala y se le pudiera dar seguimiento a toda su discografia, seria un homenaje permanente a la obra del maestro.