Según un estudio realizado el Centro Rudd para Políticas Alimentarias y Obesidad de la Universidad de Yale, México es el líder indiscutible en consumo de refresco en el mundo; superando por un amplio margen a nuestro vecino del norte, los Estados Unidos.
Según los resultados, los mexicanos tomamos un promedio de 163 litros de bebidas gaseosas al año; un 40 por ciento más que los gringos. ¡Goleada! Estas estadísticas son muy preocupantes, ya que el consumo de refrescos es el principal origen de calorías que provocan obesidad; además de que se incrementa la posibilidad de sufrir Diabetes tipo II.
Las reacciones no se han hecho esperar. Ante el fracaso por intentar sacar la comida chatarra de las escuelas, ahora han propuesto gravar el refresco con un impuesto del 20 por ciento de su valor. Esto con el pretexto de desincentivar su consumo; pero todos sabemos que eso no impide que se deje de tomar. ¿Un ejemplo? El tabaco. Las familias pobres gastan más dinero en cigarros que otras necesidades básicas como vestido o salud.
Con el impuesto cobrado se instalarían bebederos en escuelas y lugares públicos, ya que se considera que los niños y jóvenes compran refrescos debido a que no existe un servicio de agua potable para que puedan saciar su sed. No se que tan eficiente pueda resultar esta idea: si se trata de gastar, yo me compraría una botella de agua. Pero creo que el alto consumo de refresco no se debe a la ausencia de agua, sino a la poca conciencia sobre cómo afecta alto consumo de este producto a nuestra salud. O meramente a que nos vale.
Así que ya sabes. Por cada litro de sangre que donas, tomas como 163 litros de refresco. Si hay razones para creer… que se tendrá que destinar más presupuesto a la salud. (Vivir México)
