Este pueblo de origen mixteco, cuna de héroes que lucharon en la guerra de Independencia y en contra del imperio de Maximiliano de Habsburgo, irónicamente se convirtió años después en un admirador y entusiasta partidario de la cultura francesa durante el régimen de Porfirio Díaz.
En esa época, Tlaxiaco alcanzó su máximo esplendor ante el crecimiento de su economía basada en su incipiente industria y en sus talleres artesanales donde se producía pan, alcohol, cigarros, cerveza, zapatos, sombreros, jabones, sarapes, pulque, herramientas para el campo y alguns tantos artículos más que se comerciaban en pueblos aledaños, en la Costa oaxaqueña y en estados vecinos como Puebla y Veracruz.
Era de tal calidad lo que se producía que los industriales y artesanos, invitados en 1888 a exponer en una feria internacional a París, obtuvieron el principal reconocimiento otorgado por la excelencia de sus productos.
De ahí, nació el gusto por la cultura y la moda francesa en las familias adineradas y que originó el florecimiento industrial y artesanal, quizá en concordancia con el afán modernizador impulsado por Porfirio Díaz, a partir del modelo galo.
Las mujeres se ataviaban con vestidos de grandes enaguas, pañuelos, guantes y sombreros, mientras que los hombres, usaban el traje llamado frac y sombreros de copa.
¿Comment ta le vous?
Algunas obras pintadas en aquellos años ofrecen testimonio del vestir de hombres y mujeres de aquella época caminando en las calles, los portales o en la plaza central.
Además, las familias adineradas vacacionaban en París por largas temporadas, con un dominio absoluto de la lengua francesa.
Incluso, varios de los hijos de esas familias estudiaron en las prestigiadas escuelas parisinas.
Aunque la influencia francesa también ocasionó una gran discriminación hacia los indígenas mixtecos, sobre todo, los que se empleaban en la industria y en los talleres artesanales.
Tal vez por eso, la decadencia del “París chiquito” se dio en la Revolución, por los tremendos saqueos que hicieron los alzados y que provocaron la huida de las familias adineradas hacia Puebla o la Ciudad de México.
Vino la Revolución y los alevantó
“Con la asistencia a la feria internacional, empezó a gestarse el ‘Paris chiquito’. Los industriales y artesanos, que expusieron sus productos, quedaron maravillados por París, aunque también obtuvieron un reconocimiento; aquí se hacía de todo, desde el zapatón para el Ejército, herramientas para el campo, cobijas, sombreros panza de burro, hasta cerveza, con ingredientes traídos desde Polonia.
Se le llamaba ‘cerveza de mecate’ porque la botella estaba cerrada con un corcho y mecate. Hubo un gran gusto por la cultura francesa, incluso hubo una logia masónica del rito francés.
Las familias adineradas, que eran entre ocho y 12, como Vega y Reguera, Esperón, Ramírez, iban de vacaciones por allá y mandaban a estudiar a sus hijos; hablaban perfectamente el francés y el latín. Aunque también en los campesinos indígenas había una simpatía por la cultura francesa porque se fomentó la lectura.
También hubo una gran discriminación hacia los indígenas. Todo terminó, hasta que llegó la Revolución; las familias huyeron, se llevaron lo que tenían y ahí se acabó una época en la historia de Tlaxiaco, que quizá no debió existir para algunos.
Si se quiere un nuevo florecimiento, es necesario impulsar el turismo, pero con un comercio ordenado porque existen más de 900 puestos ambulantes, como consecuencia de la venta del voto. También, es necesario reordenar el tráfico vehicular en la ciudad, porque todos los sitios están en las calles del centro”: Miguel Ángel Martínez Oseguera, ex director de la Casa de la Cultura de Tlaxiaco.
Afrancesamiento acentuó la discriminación
El mote de ‘París chiquito’ surgió cuando unas cuantas familias acomodadas de la época porfirista viajaban a Francia; de aquí se iban a El Parián, tomaban el tren a Veracruz y después el barco hacia París.
Regresaban con cosas novedosas, especialmente con la moda de aquel entonces. Es de orgullo todavía para algunos, pero se deja de lado la gran discriminación y racismo que provocó hacia los indígenas y campesinos, y sobre todo, que la mayoría del pueblo estaba en pobreza extrema.
Algunas familias que viven en el centro, reclaman ciertos privilegios de aquellos años”: Maurilio Santiago Reyes, presidente del Centro de Derechos Humanos y Asesoría a Pueblos Indígenas (Cedhapi).
Ambulantaje y taxis pirata, el cáncer
El presidente municipal, Óscar Ramírez Bolaños, reconoció que la recuperación de la majestuosidad del centro histórico y el posterior aumento en la afluencia turística, pasa necesariamente por la reubicación del comercio ambulante y el reordenamiento del transporte público concesionado.
“El turismo es fundamental, pero se necesita despejar ese espacio”, asentó.
El munícipe dijo que su administración trasladará en menos de un mes a un número de vendedores ambulantes aún por determinar a los dos mercados construidos en el barrio de San Miguel, por gestiones del anterior presidente municipal, Alejandro Aparicio.
“Entre los dos (mercados), se tienen 230 locales, pero no son suficientes ante el gran número de ambulantes”, señaló.
Aunque, observó que su gobierno está por hacer otra inversión en las áreas aledañas a esos dos mercados, para ampliar los espacios.
Detalló que la reubicación de vendedores ambulantes incluye a los instalados en el parque del reloj y en las calles aledañas.
“Con diálogo y buena disposición se podrá hacer”, asentó.
Confió que las calles del centro estén despejadas por lo menos cuatro días a la semana, entre domingo y jueves, porque el fin de semana se instala la tradicional plaza.
“Como Tlaxiaco es un centro comercial, esos días es imposible, pero en el resto habrá una plaza despejada y se podrá ofrecer otra vista”, indicó.
Además, subrayó que también se ha programado el reordenamiento del transporte público concesionado porque existen demasiados sitios de taxis en calles del centro.
Octavio Vélez / NVI Noticias
