Para los poco más de 100 habitantes de Guadalupe Cuautepec, la fe se materializa en una laguna. Ese cuerpo de aguas profundas, aseguran, es la última esperanza para frenar su extinción. Lo dicen porque esta alejada comunidad oaxaqueña se está quedando sin gente que la habite.
Somos poco más de 100 habitantes en la comunidad, de hecho, sólo hay 12 niños en la primaria.
El dato sobre la escasez de estudiantes lo da Francisco Alvarado Gallardo, secretario en la agencia municipal y presidente en el Comité de Turismo. También explica que en Guadalupe Cuautepec no hay kínder y para estudiar la secundaria los alumnos tienen que ir a Tequixtepec, la siguiente población. Si se aspira a estudiar el bachillerato hay que ir a Chazumba y para la universidad la única opción es Huajuapan.
Además de estar incomunicados, el principal problema es que los pobladores no quieren permanecer ahí porque no hay trabajo para todos. En los años 70 ocurrieron los primeros casos de migración hacia Estados Unidos, pues la agricultura y la ganadería no eran rentables por las condiciones del suelo y porque dependían del temporal.
Ángel Pérez Gallardo, el agente municipal, explica el fenómeno migratorio que afecta a su comunidad: «Todo era difícil, no había fuentes de ingresos y al emigrar a la primera persona le fue bien y empezó a invitar a más paisanos, y así se iban cada vez más”.
Casi 50 años después las cosas no han cambiado. Según el Consejo Nacional de Población (Conapo), Guadalupe Cuautepec es una comunidad con un alto grado de marginación: 25 de sus 113 habitantes son analfabetas, 70 no tienen primaria completa, 82 carecen de agua entubada y 93 no son derechohabientes de servicios de salud.
Los pobladores viven de la construcción gracias al dinero que envían sus paisanos que radican en EU para edificar sus casas.