lunes, febrero 26

Migrantes, el sueño americano, una pesadilla para muchos

Con frecuencia, los jóvenes principalmente deciden emigrar hacia Estados Unidos en busca del tan famoso Sueño Americano, muchos de los que lo intentan, logran ingresar como indocumentados y consiguen un buen empleo, aunque hay otros más que pierden la vida en el intento, son víctimas de las autoridades migratorias o del “coyote”, y mueren antes de cruzar la frontera al país vecino del norte.

En la mente de Gerardo García Lucero, surgió la inquietud por emigrar a Estados Unidos donde pretendía trabajar y lograr un patrimonio con quien en ese momento era su novia, Marina López García.

Sin embargo, tras comentarlo y analizarlo, ambos jóvenes decidieron que se irían juntos a trabajar de mojados para reunir el mayor dinero posible en menor tiempo, sin embargo, los padres de la joven se opusieron y sugirieron que se casaran antes de irse al país vecino del norte.

Gerardo y Marina se casaron y a la semana de contraer nupcias, emigraron; oriundos de la población de San Andrés Cabecera Nueva, en el distrito de Putla, tomaron un autobús que los trasladó hasta Tlaxiaco, de ahí abordaron un camión que los llevó a la ciudad de México para después trasladarse hacia el estado de Sonora, internándose en la población de Agua Prieta donde comenzaron la travesía.

Fue en un ranchito de Agua Prieta donde ilusionados y con la esperanza de lograr un futuro mejor, partieron caminando dos días en el desierto. De acuerdo al relato de Gerardo García, caminaron desde las 12 del día y a las 8 de la noche, el guía les indicó que era el momento de descansar. “Había partes donde podíamos caminar a paso normal y había partes donde teníamos que correr porque las cámaras de migración recorrían por donde íbamos y teníamos que correr para que la cámara no nos grabara”, compartió.

El momento difícil comenzaba, pues alrededor de la media noche, el guía los despierta y les ordena que corran porque la migra venía tras ellos. “Nos echamos a correr y a 100 metros había una barranca de metro y medio, donde teníamos que brincar para escondernos, yo dejo que mi esposa brinque porque se caía uno y había que levantarse entonces dejo que ella se esconda, y cuando yo iba a brincar un compañero me empuja y en ese momento llega migración y nos agarra”, refiere.

Con la voz entrecortada, detalla la angustia que vivió al ser separado de su esposa, comparte que le pidió a los oficiales de migración que le permitieran ir en busca de su esposa pero su petición no es concedida, entonces comienza una incertidumbre en su interior y la preocupación iba aumentando conforme iba pasando el tiempo y este no sabía nada de su cónyuge.

“Me toca el turno de meterme a bañar y es ahí donde suelto el llanto; me pongo a llorar porque me costó tanto convencer a mi suegra y a mis cuñados de que dejaran ir conmigo a mi esposa, les dije que iba bajo mi responsabilidad, y pues he escuchado como muchas muchachas que son violadas y ese era mi temor, de que a mi esposa le hubiera pasado algo así, es el momento más triste y que lo recuerdo como algo doloroso” relata.

Gerardo vuelve a intentar cruzar la frontera por indicaciones del “coyote”, fue hasta que logró ingresar a territorio estadounidense, que al llegar a la casa donde les dan alojamiento a los que recién ingresan antes de partir a sus destinos finales, donde por fin le dan información acerca de su esposa, con quien logra reunirse horas más tarde.

Estando ya en Estados Unidos, se instalan en la ciudad de Maryland donde comienzan rentando la sala de una casa donde el padre de este joven también rentaba, a los 20 días, Marina consigue empleo en una pastelería a una hora de donde vivían.

En tanto, él logro colocarse en un empleo hasta el mes y medio de haber ingresado a la Unión Americana, consigue trabajo en una empresa de construcción y pavimentación; para llegar a su lugar de trabajo, Gerardo tiene que viajar hora y media, entonces todas las mañanas tiene que levantarse muy temprano para llegar a una estación donde un compañero de trabajo lo recogía y lo llevaba en su vehículo particular.

Refiere que en ese empleo ganaba 8 dólares por hora, aunque sólo trabaja 5 horas diarias, lo que actualmente sería poco más de 2 mil 800 pesos semanales, aunque refiere Gerardo, el trabajo era muy pesado.

“Nunca había trabajado en este tipo de trabajos, y si fue un cambio algo brusco porque no estaba acostumbrado a trabajar pesado, había veces que la temperatura estaba a los 108 grados Fahrenheit, todo el día bajo el sol, no aguanté y mejor me salí”.

Posteriormente, ambos se fueron a vivir a la ciudad de Virginia, donde Marina ingresa a trabajar en una empacadora de perfumes y Gerardo entró a trabajar a una compañía que se dedican a fabricar tubos.

En ese lugar dice que el trabajo ya no era tan pesada, les daban tiempo para desayunar y contaban con una cafetería donde ingerían sus alimentos. Así transcurren 7 años de sus vidas y durante su estancia en el extranjero, el matrimonio concibe dos hijos, Sherlyn que nace en el año 2004 y Yalei que llegó al mundo dos años después.

Al regresar a su tierra natal, se instalan en la ciudad de Oaxaca donde actualmente radican, en la casa de una hermana de su esposa, deben permanecer ahí porque la suegra de Gerardo padece diabetes y su estado de salud es delicado, requiere de cuidados exhaustivos que le brindan sus hijos. Sin embargo, el cambio fue algo difícil principalmente para los hijos de Gerardo y Marina, sobre todo para Sherlyn, que no comprende porque sus vidas han cambiado, ella le comenta a su padre en repetidas ocasiones que ya no son una familia porque ahora son muchos los que viven en una casa, a diferencia de la propiedad que habitaban en la Unión Americana donde tenían su propio espacio.

La intención de Gerardo era aperturar una refaccionaria pero con desilusión comenta que debido a la alta competitividad de las empresas con ese giro en la capital del estado, dificultaron el negocio que querían emprender, perdiendo la inversión inicial del proyecto.

Después intentaron abrir un auto lavado pero el resultado fue el mismo, señala Gerardo y actualmente labora como chofer de un funcionario público de la capital oaxaqueña. Hay momentos en que Gerardo se desilusiona de su país y hasta ha llegado a sentir que fue un error haber regresado a México

“Para mi si fue difícil porque estaba acostumbrado a la vida allá, mínimamente ganaba entre 400 y 500 dólares a la semana y aquí pues se te va una quincena, un mes y no ves un ingreso sino hay que ir sacándole al cochinito, llega un momento en que uno dice mis hijos estaban mejor allá… Me arrepiento en cierta forma de haberme regresado porque mis hijos ya no llevan el estilo de vida al que los acostumbre allá y aquí no se los puedo dar”.

A pesar de la difícil historia que vivieron Gerardo y Marina para lograr ingresar a territorio extranjero como indocumentados, Gerardo estima que hay personas que han sufrido aún más de lo que ellos sufrieron. Refiere en entrevista que durante su estancia en el país vecino del norte, conoció y convivió que personas procedentes de Honduras, el Salvador y Guatemala, quienes dijo, están más expuestas a sufrir agresiones e inclusive violaciones sexuales principalmente por las autoridades migratorias mexicanas.

“Sobre todo las procedentes de Honduras y me platicaron su experiencia, sobre todo las mujeres que como emigración mexicana es la que más las maltrata, lo que me contaban es que cuando vienen de el salvador y honduras… Llegando a la frontera con México el coyote escoge a un grupo de mujeres y elige a la más bonita y cuando llega emigración la patrulla mexicana les dicen que les van a dar chance siempre y cuando una de las muchachas pasen una noche con ellos y tienen que apoyar la muchacha en el ejido, y le dicen o tu cooperas o aquí nos regresamos todos para Honduras, las chantajean y muchas muchachas terminan siendo violadas prácticamente, es el precio que tienen que pagara para llegar a Estados Unidos”.

Esta historia refiere la dificultad que existe actualmente en la frontera de México con Estados Unidos, donde muchos logran cumplir su sueño e ingresan a territorio estadounidense, pero muchos más mueren en el intento.

No obstante, una vez que los indocumentados cruzan la frontera, tienen que seguir enfrentando riesgos y dificultades, una de ellas es la de conseguir un buen empleo y la más latente, que sean deportados durante alguna de las redadas que el gobierno extranjero aplica en su país, principalmente en California, estado donde se concentra la mayor parte de los migrantes.

De acuerdo a datos proporcionados por el Frente Indígena de Organizaciones Binacionales (FIOB) en Santa Bárbara California, existen en promedio 8 mil migrantes oaxaqueños que laboran en los campos agrícolas recolectando frutos, de los cuales, el 90 por ciento se ha quedado sin empleo desde el pasado mes de septiembre, esto debido a que la temporada de cosecha se concluyó y será reanudada hasta febrero o marzo próximo.

Mientras tanto, los paisanos migrantes, -que son el principal sustento de sus familias- tienen que buscar alternativas en que ocuparse para seguir enviando las remesas que sirven para el desarrollo y alimentación de sus hijos.

Cabe señalar que este 18 de diciembre, se celebra el Día Internacional del Migrante, fecha que fue proclamada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hace 10 años, debido al alto porcentaje de personas que emigran en busca de un mejor porvenir.

Fuente: IGABE

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