martes, febrero 27

Vida en las banquetas

Los artesanos urbanos o de la calle que laboran en las principales vías y lugares públicos de Huajuapan de León no tienen espacios para exhibir sus productos por lo que han recurrido a instalarse rústicamente en banquetas, en una plaza o a la orilla de un parque.

Una vida en la calle A veces sus niños también duermen ahí. La búsqueda de clientes para sus productos los coloca al margen de los reglamentos que rigen los mercados. Quienes aplican estas normas les conceden un sitio temporal a cambio de un pago como vendedores ambulantes, pues las autoridades encargadas de promover la cultura municipal, generalmente no tienen contemplado un proyecto para ellos.

Están al vaivén y la suerte del tiempo. Si otros comerciantes protestan por su presencia y presionan a la autoridad para que los retiren, lo más seguro es que sean desalojados de inmediato. Su espíritu de libertad los limita para asociarse formalmente y su atuendo los confunde con personas dedicadas a la delincuencia. Una de las características de los artesanos de la calle es su modo de vestir. Generalmente usan un pantalón de mezclilla raído, llevan huaraches de correa, camisas de manta o playeras con imágenes y leyendas grotescas. La mayoría tiene el cabello largo. Algunos usan un peinado jamaiquino llamado “rastas”, lo que fortalece la idea de que no se bañan, que son sucios por dentro y por fuera. Es más, se generaliza el mito de que son drogadictos y delincuentes. El Javi: un artesano de la piel y la pluma. Javier Rosales Contreras es originario de la comunidad de San Lorenzo Vista Hermosa y después de recorrer varias plazas y mercados de otros estados, llegó aquí hace tres años motivado por la Feria Regional de Huajuapan. Deseaba mostrar sus trabajos en un estante de los que promueve el Comité Organizador, pero el costo era tan elevado que mejor optó por un espacio a la intemperie. El segundo año fue igual y el actual fue peor.

“Definitivamente ya no los dejaron estar ni adentro ni afuera”, expresó. “Siempre me han gustado los animales”, dice, “Primero trataba de criarlos y domesticarlos, pero ahora hago arte con huesos, plumas y pieles.

Su carrera de artesano la inició viendo tejer a otros amigos. Lo primero que intentó fue un tejido hecho con nudos. Cuando terminó la Preparatoria quiso cursar la licenciatura en Artes Plásticas, pero la Escuela de Bellas Artes de Netzahualcóyotl no reunió el cupo mínimo y se canceló la carrera.

Entre los productos artesanales que actualmente elabora son tallas hechas en cuerno de venado o máscaras de madera, collares de colmillos, de garras, de semillas y de piedras.

También ha fabricado carteras, monederos, bolsas de mano y de celular. Todas elaboradas en pieles de venado, coyote, zorro plateado, cocodrilo y nutria. Otros artículos son los teponaxtles para la música, bastones de mando, penachos de madera adornados con cabeza de águila, pelo de lince, plumas de tecolote o ave del paraíso.

Los hermanos Domínguez Mejía. Columba y Manuel son artesanos de tiempo completo que, día a día, expenden sus productos frente al Colegio Teresita Martín. Otras veces lo hacen en las banquetas del Parque Independencia de Huajuapan, con la esperanza de vender algún producto, aunque sea mal pagado, ya que los compradores, debido a la situación económica, regatean mucho.

Estos muchachos, que quedaron huérfanos desde muy pequeños, fueron hijos de los señores Manuel Domínguez Mejía y de Silvia Mejía Ramos. El padre era del Estado de Sonora y la madre del Distrito Federal. Su hermano Jorge murió hace algunos años y sólo les sobreviven Nora, Claudia y Carolina.

Manuel estudió la primaria en la escuela Francisco de la Maza Cuadra en San Juan de Aragón y la secundaria en el INEA de Iztapalapa. En cambio Columba hizo su primaria y secundaria en Cuautla, Morelos.

Mientras Columba estudió para cultora de belleza, Manuel ha desempeñado diversos oficios como cocinero, panadero y tejedor. Columba confiesa que se hizo artesana porque conoció a Julio, el esposo de su prima, que ya se dedicaba a este curioso oficio. Más que vocación, Columba considera que se hizo artesana para escapar de la violencia que vivía en casa de su hermana, quien estaba casada con un alcohólico que la golpeaba.

Manuel empezó su carrera de artesano desde los nueve años. Posteriormente se dedicó a otros oficios, pero al fin se decidió por la artesanía.

“Tenía veinte años cuando me dediqué ya de tiempo completo”, dice. Ha viajado también, como Columba, por distintos estados de la República como Guerrero, Sonora, Sinaloa, Puebla, Morelia, Hidalgo, Guanajuato y Jalisco. Actualmente radica ya en Huajuapan y se ha dedicado a recorrer diferentes regiones del Estado de Oaxaca.

Julio es un músico de la calle que toca con el alma. Las personas lo ven parado en la calle y de inmediato piensan que se trata de un indigente. Su vestimenta lo denuncia. Pero cuando canta, acompañado de su guitarra y la zampoña, entonces uno se da cuenta que está frente a un artista. Su nombre es Julio Ávila Ávila y es originario de Tenexpango, Morelos. Radica en Huajuapan desde hace tiempo y sus raíces paternas vienen de Silacayoapan.

Detrás del Julio desarrapado y estrafalario se encuentra un hombre que estudió tres años de Derecho en la Universidad Autónoma del Estado de México. Cursó estudios en el Conservatorio de las Flores de Morelia, Michoacán, y presume de ejecutar doscientos instrumentos musicales. Se ha dedicado informalmente al estudio de la antropología, la literatura y la medicina tradicional. Entre sus favoritos se encuentra Hermann Hesse.

Es laudero de diferentes instrumentos, pero especialista en guitarras. Refiere que ha practicado la indigencia por curiosidad y que nunca se ha sentido marginado por nadie.

Sin lugar para los artesanos en la Mixteca

En la Mixteca, existe una gran diversidad de artesanías de diferentes materiales, las cuales, generalmente son comercializadas a precios muy bajos debido a la falta de espacios de distribución de las mismas.

Destaca el caso del municipio de Zapotitlán Palmas, comunidad en la que la población está conformada por el 70 por ciento de mujeres, quienes en su mayoría, sobreviven gracias a la elaboración de artículos en palma.

A pesar de que toda su vida la han dedicado al trabajo en palma, con lo que elaboran flores, bolsas, monederos, sombreros, sopladores, aretes, entre otras cosas, reciben una remuneración mínima por cada artículo elaborado.

Así lo dio a conocer en entrevista, el presidente municipal de Zapotitlán Palmas, Antonio Zárate Acevedo, quien detalló que a pesar de recibir pagos bajos por los objetos que las mujeres de su comunidad hacen, éstas se arriesgan al trasladarse a otras entidades a vender dichos artículos, pues tienen que trasladarse a Huajuapan, Oaxaca, Tehuacán, Puebla e inclusive a México.

“A veces vienen los intermediarios y se lleva las artesanías y se evitan la fatiga y el riesgo de salir a otras comunidades, es lo que queremos evitar”, dijo.

Detalló que en ocasiones, arriban a su comunidad intermediarios que van a comprar los artículos de palma a determinado precio, para que éstos puedan revenderlos en otros lugares, sin embrago, dijo que ha existido cierta renuencia por parte de las féminas, esto por el desconocimiento del funcionamiento del proceso de comercialización.

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