martes, febrero 27

Sandunga: ¿voz española o zapoteca?

La música es un signo de identificación colectiva. En la región del Istmo La Sandunga es elemento unificador; por ello, tal vez, hace unos tres cuartos de  siglo, desde la Ciudad  México y el istmo oaxaqueño, se inventó una raíz etimológica para la palabra “sandunga”, tal vez para darle mayor autenticidad, para “hacerla más suya”.

La admiración por esta pieza ha extendido en la Internet una fauna de plagiarios que, con tintes eruditos, pretende dar a conocer unas falsas raíces sobre el famoso son istmeño y repiten lo que algún ingenioso inventó hace mucho tiempo.

Algunos dictaminan: “La correcta traducción de la palabra sandunga, de su lengua madre zapoteca, significa mujer alegre, salerosa y bailadora”. O, “La etimología zapoteca nos indica que su significado es “Saa” (música) y “ndú” (profundo). Sandunga es una música o canto profundo”. Para darle un toque de credibilidad, agregan a sus plagios: “Los expertos han señalado…”. Pero sin aportar los datos de dónde salió tal definición o citan a un verdadero investigador, pero citado por otro, sin consultar la fuente directa; es decir, hacen citas de citas.

Wilfrido C. Cruz afirmó: “Corren los años y la investigación histórica nacional, tardía, inerte, perezosa, quizás anhelante de providenciales hallazgos, nada ha hecho por descubrir la génesis o el secreto de la evolución de muchas manifestaciones del arte popular mexicano […]”. Oaxaca Recóndita (1946).

Más de medio siglo después, parece que no hemos avanzado mucho. La estulticia de los “investigadores” que insertan sus escritos en la red, es tal que siguen copiando el cartel que descubrió hace más de seis décadas el musicólogo Gerónimo Baqueiro Foster en la hemeroteca: “La sandunga fue estrenada el 3 de diciembre de 1850, en el Teatro Principal en una función a beneficio de la actriz María Gañate […]”. Como si la actriz fuera damnificada. Otros interpretan y escriben “en honor”.

Nada de eso. En el siglo XIX se decía “a beneficio” para atraer espectadores, porque no siempre había interesados, así que decir eso era como un “gancho”;  si no atraían al público el primer día de función—cuyas ganancias serían para la actriz o el actor principal— , entonces sabrían que no llegaría mucha gente en las siguientes funciones.

Aparte, los neófitos ni siquiera copian correctamente —el nombre de la española era María Cañete de Laymon—, simplemente porque no lo investigaron. Y esto cunde. El error transcrito se repite por docenas en la red.

Esteban Maqueo, de los primeros

Hasta donde he podido rastrear, el origen del embrollo comienza a partir de 1924, con la publicación de un artículo de Esteban Maqueo Castellanos en El Universal, que, en 1936, editado, se publicó también en Neza, el periódico de los juchitecos radicados en México.

Maqueo Castellanos (1871-1928), con antepasados italianos que llegaron al Istmo a hacer fortuna, era un abogado, político y escritor, nacido en Oaxaca. Al tener su familia propiedades en la región, conoció bastante de su cultura, por eso escribió:

“La popularidad que, de algunos años a la fecha, gozan ciertos trajes regionales, el traje de ‘tehuana’ y la canción de la “Zandunga” (escrito así, con zeta y no ese) ocupan primera línea muy merecidamente”.  (El Universal, 8 de junio de 1924. Las citas siguientes son del mismo artículo)

A continuación Maqueo critica a las divas María Conesa y Celia Montalván que usan ese vestido: “Irrita los nervios ver cómo se cubren con el clásico huipil […]. ¡No hay derecho, señoras, para desfigurar de ese modo tan pintoresco tocado!”.  —El ilustre Maqueo moriría de nuevo si viera cómo tratan hoy el florido vestuario—. Luego sigue una descripción del atuendo de la tehuana pobre y la rica.

finaliza esa parte comentando la pieza musical: “nos la han cambiado, trasegándola en sus nota, variándole los tiempos, haciéndola un baile ridículo y no uno ceremonioso o cortés, como lo es, y transformándola así, de algo dulcemente impresionante, en un fox trot de cabaret”.— Algo peor diría hoy al escucharla en una fiesta ejecutada en un  órgano (teclado) .  Luego, cambia de tema y afirma:

“La Zandunga es de origen istmeño; más aún juchiteco[…]. Si no lo probara su propio nombre [¿?] que en español no tiene significado, sí puede tenerlo en idioma tzapoteca (sic) o mexica, formándose del prefijo tza (como en tzapotl, Tzanatepec, etc.), y de la palabra ndungaá, por lo que yo escribo Zandunga con zeta y no con ese […] “.

Aquí también aparece la (¿primera?) versión de la madre muerta a quien se dedica, presuntamente, La Sandunga; en que el hijo regresa de Oaxaca a Juchitán al saber que muere su progenitora:

“[…] y ahí, bajo el techo de la humilde tejabana (sic), agoniza tal vez en aquel momento la madre amada que en vano aguarda a su hijo para darle la última bendición […]”.

Mientras el joven ruega: “‘Señor San Vicente, Santo Patrono, que yo alcance con vida a mi madrecita y te llevaré muchas ceras y blancos racimos de flores de coco’”. Pero no la alcanza y, “ebrio de dolor” la sacude y le dice: “Viu, mamá… gudá… gudá mamá, mamá por Dios!”. Luego, el joven, dice Maqueo, “requirió papel pautado, y dejó en el pentagrama la inmortal canción, la Zandunga […] “.

De la tan famosa “ndungaá”, don Esteban ya ni dijo nada, porque nada sabía.

 

Neza y La Sandunga

Sin embargo, el asunto tal vez no habría tenido mayor trascendencia, pues era muy difícil que en 1924 los istmeños accedieran a la prensa nacional, por ello considero que fue crucial la publicación del artículo en Neza,  más de una década después, en  1936.

Ahí, con dolo, quizá, los editores mutilaron el artículo original, cortando la primera parte donde Maqueo habla del traje de tehuana y dejando sólo donde afirma que la Sandunga era juchiteca y la leyenda sobre su origen. (Neza. Enero de 1936). Maqueo había muerto ocho años antes, no pudo protestar.

Esto se entiende por la animadversión que por muchos años existió entre juchitecos y tehuanos. Se nota en el primer número de Neza donde un tal López Vera, sin venir al caso, habla de la “lealtad juchiteca” y la “cobardía tehuana”. En la primera plana del siguiente número (López Vera no aparecerá en éste, y en el siguiente hablará de plantas medicinales) en su editorial,  Gabriel López Chiñas, censura a López Vera debido, dice, a las protestas tanto de Tehuanos como de juchitecos y ofrece disculpas. (Neza, junio de 1935).

Es posible que esta publicación recortada diera origen a tantas versiones de las presuntas raíces de sandunga y la defensa de su grafía con “z”.

Una del Ateneo, otra difusora

Otra participante. En el libro México: leyendas y costumbres, trajes y danzas (México. Edit. Layac. 1945), compilado por Luis Álvarez y Álvarez de la Cadena, en el apartado “La Sandunga”, María Elena Sodi de Pallares, afirma:

“Desde luego la palabra sandunga quiere decir jota [¡!], baile alegre y popular. En zapoteco la palabra se escribe ‘Sa ndu ngá’,        que significa la fiesta perfecta, algunos, sin embargo, la traducen como baile que se efectúa bajo una higuera. De cualquier manera, sandunga es fiesta, alboroto, alegría”. (Pág. 365).

Aunque Sodi de Pallares escribió sobre el son jarocho, el jalisciense y otras manifestaciones del folclor mexicano, la sospecha de que doña Elena no tiene idea de lo que habla comienza desde su primera línea, cuando explica que el significado de sandunga: “quiere decir jota, baile alegre…”.

Se enreda con la “geografía musical” de España. Ningún español confundiría la jota con un fandango, ya que la primera pertenece a la zona norte, que colinda con Francia y “arriba” de Portugal (por eso se dice: la jota de Aragón, la de Castilla, la «montañesa» de Cantabria, la de Asturias…).

Mientras que la región de donde, indudablemente, proviene el antiguo ritmo de La Sandunga es la parte contraria: Andalucía; de frente a África (zona donde primero se asentaron los moros y la última de donde fueron expulsados) y ahí no hay jotas (aunque un fandango tenga el nombre de “jotilla”).

La autora de Los cristeros y José de León Toral,  miembro del Ateneo Mexicano de Mujeres, sostiene su aserto con unos versos que atribuye a Máximo Ramón Ortiz: “Saa ndu ngá / Paa ñáándá pa guieeh lu neza / Sandúúnga, viiti ca nááha,/Áy jñá, xhunaaxhi dooh!” (Pag. 365).

Y en seguida aclara que, “la divulgación de estos  versos se debe al Lic. Matus”. Se refiere a Vicente E. Matus, intelectual juchiteco (de los de Neza) quien participa en esta antología.

E. Matus seguro le proporciona la historia literaria de Maqueo Castellanos (lo de la madre muerta) pues la repite Sodi, enriquecida, supongo, con la cosecha de Matus, quien hace hablar en zapoteco a Máximo Ramón.

Aparte, arriesga otra connotación a Sodi. en vez de ndungá, propone du’ga: higuera, higo —esto no lo dice la escritora; lo infiero de su “baile que se efectúa bajo una higuera” —W.C. Cruz también menciona esto en su “Higuera mítica” y la historia de la Vela Higuera (“dúuga”, la escribe él); sin embargo, dice Cruz: “no logramos confirmar la realidad de esa etimología que pudiera relacionarse el vocablo ‘Sandunga’ con la fiesta de la Vela Higuera”. (Oaxaca recóndita. p. 328-334).

E. Matus ya había escrito sobre la Sandunga desde 1937 en El Universal  y en 1940  en Oaxaca en México, en el marco de la discusión sobre si el son era del Istmo o de Chiapas —donde se hizo famoso un chiapaneco: Manuel E. Guzmán, de Cintalapa, quien afirmó que el son aparece entre 1545 y 1550 en su tierra.  Vicente E. Matus lo refutó.

Gilberto Orozco… también

Un año después de la aparición del libro anterior, con el apoyo de Baqueiro Foster se publicó Tradiciones y leyendas del istmo de Tehuantepec, del juchiteco Gilberto Orozco. A pesar de su título, privó el ánimo localista, como era común en aquel tiempo (años después hará lo propio Cajigas Langner con su Folklore musical del istmo de Tehuantepec: sólo hablará de su pueblo).  Orozco crea un híbrido con ratos reales, otros dudosos, leyendas que no separa de la historia, más la novela de Manuel Martínez Gracida sobre Cocijoeza.

Este afán localista llega al grado de adjudicarse la “paternidad” de una flor: guiéxhoba (Tehuantepec) guie’shuuba (Juchitán —guieehshuubba, según Orozco); cuando el padre Gay, dice en su libro que esa flor, llevada del istmo, fue regalada a Mallinali, señor de Tlaxiaco: “los súbditos del rey de Achiutla, durante la campaña de Tehuantepec, habían recogido la simiente de un árbol […:]de flores pequeñas y blancas de olor suavísimo, superior aun a la rosa de Alejandría […] y que se conocía con el nombre de izquijochil”. (Historia de Oaxaca. p. 150).

Orozco escribe: “Hlinalli obtuvo como obsequio del monarca zapoteco, un hermosos ejemplar de Guieehshuubba, el árbol nativo de Juchitán” (p.17). En “la campaña de Tehuantepec”, Juchitán aún no existía.

En varios casos, aporta sus propias definiciones: “Xhavizénde (en traducción literal zapoteca significa: lugar de San Vicente, que viene de Xha, debajo o lugar de, y Vizénde, Vicente)” (p.14). No explica por qué la apócope de santo, san, desaparece en la traducción.

Asimismo, aunque acepta que sandunga es salero, gracia, sostiene: “Sandunga se compone de […] Saa, Du, Ngá, que significan: sa, música; ndu, completa, perfecta, terminada, redondeada y nga, esa. Traduciendo esto libremente, indica: esa música es completa, esa música es perfecta o esa música salió redondeada. Otro aspecto puede componerse de otras palabras zapotecas. Sa, Du, Nga, que significan: san, santa; du, satisfacción y ngá, esa [a la primera nga no la acentúa], que dan como traducción libre: esa santa satisfacción.”  (p.60).

 

No hay para dónde hacerse

Otra vertiente, importante para la difusión del invento etimológico, es un reportaje sobre el Centenario de La Sandunga en Tehuantepec (mayo de 1953), Escribe Adrian García Cortés:

“La Sandunga es —escribió en un periódico local el profesor oaxaqueño Ursulino Rueda Saynez— una música alegre […]. Hasta la fecha no hemos  sabido de una traducción de la palabra sandunga que la defina claramente. Descomponiéndola se obtiene esa información. Saa es manteca, gordura, nube; Ndú es hasta el fondo (cuando se trata de estocadas por ejemplo), lamento por antonomasia, profundo pero no precisamente hondo (en este caso se dice: guecla, hondo); Ndú también denota la idea de provecho, sacar avante, obtener ganancias (por ejemplo cuando expresamos gasti sabée ndú, que quiere decir: no obtendría ningún provecho— gasti, nada; sabée, sacar y obtener; ndú, provecho, interés— ; y Ngáa es éste, ésta). “Saa, también es música, Saa es caminar (alargando la a, pero suavemente). Podríamos decir, pues, que el significado de sandunga es un lamento profundo de alguien, pero sin provecho, forzando la traducción ideológica con la literaria”. (El Universal. 7 de junio de 1953).

También debe de colaborar a la confusión la opinión (malentendida) del tehuantepecano Raúl Ortiz Urquidi, publicada meses antes. Pero Urquidi escribe con cautela, sin aceptar la definición:

“Tampoco debe abandonarse en esa labor de investigación la traducción al zapoteco de la voz castellana Sandunga: SAA, música: NDU, honda profunda, y NGAA, esa: Esa música, honda, profunda. O más bien, la castellanización de esa tres voces zapotecas, del mismo modo que los españoles castellanizaron el Cuauhnáhuac de los aztecas por el  Cuernavaca actual.”  (El Universal. Columna Pizarrón. 19 de abril de 1953).

No leyeron al de Ixhuatán

Don Andrés Henestrosa también se ocupó de la palabra famosa. Dice en un artículo del libro Alacena de minucias:

“En el año de 1936, yo que no conozco de música pero que he oído mucha música, me atrevía a señalar el origen español de ‘La Sandunga’, como título y como melodía, porque en aquellos días muchos de mis amigos de Juchitán andaban queriendo establecer la estirpe zapoteca de la voz sandunga.  Y creí bueno detener aquel alud de torpezas”. (“La Sandunga sin arcanos”).

“Escribirla con ‘z’ es un capricho quizás originado para acercarlo en lo posible a la lengua zapoteca, con la que nada tiene qué ver. (“Origen y antigüedad de La Sandunga).

 

Parece, pero no es

Aducir como cierta la coincidencia fonética de la descomposición de la palabra, sería como aceptar que el náhuatl tiene raíces griegas porque theos, significa dios, como teotl en la lengua de los azteca.

Para esa época ya se registraban las obras; entonces, La Zandunga que llegó a México debió tener un autor (cuyo nombre no iba a aparecer en el programa del que todos echan mano). Nadie investigó.

Si la palabra tuvo origen zapoteco el creador de la misma (una persona de cultura superior a la media de ese entonces), debió explicarla en algún lado. Porque a fuerzas es una palabra compuesta (como hojalata, agridulce, correveidile).

No pudo ser una palabra prehispánica, porque a nadie de esa etapa se le ocurriría decir sobre alguna pieza: “música, honda, profunda” (ni pensar en referirse a una mujer sensual); eso es un concepto occidental.

(Juan Manuel López Alegría/Primera Parte)

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