lunes, marzo 11

Premio Ambiental Goldman para un Mixteco

Pocos lo saben, pero existe un premio tipo Nobel de Ecología llamado “Premio Ambiental Goldman” que se otorgó en el 2008 a Jesús León Santos, de 42 años, un campesino indígena mexicano que ha estado realizando, en los últimos 25 años, un excepcional trabajo de reforestación en Oaxaca, México.

Hace un año aquí mismo publicamos este acontecimiento que nos enorgullece a todos los mexicanos. Y continuamos recordándolo ya que es un ejemplo a seguir.

Este reconocimiento fue creado en 1990 por dos generosos filántropos y activistas cívicos Estadounidenses Richard N. Goldman y su esposa Rhoda H. Goldman.

Al merecedor del reconocimiento le son entregados 150.000 USD ($2,154,000 M.N.) y se otorga cada año, en el mes de abril, en la ciudad de San Francisco, California (Estados Unidos).

Hasta ahora ha sido otorgado a defensores del medioambiente de 72 países. En 1991, lo ganó la africana Wangari Maathai, quien luego obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 2004.

A Jesús León Santos se lo han otorgado ya que a sus 18 años, decidió cambiar el paisaje donde vivía en la Mixteca alta, la “tierra del sol”. Aquello parecía un panorama lunar: campos yermos y polvorientos, desprovistos de arboleda, sin agua y sin frutos. Había que recorrer grandes distancias en busca de agua y de leña. Casi todos los jóvenes emigraban para nunca regresar, huyendo de semejantes páramos y de esa vida tan dura.

Con otros comuneros del lugar, Jesús León se fijó el objetivo de reverdecer los campos, utilizando técnicas agrícolas precolombinas que le enseñaron indígenas guatemaltecos con las que convierten tierras áridas en zonas de cultivo y arboladas.

El proyecto se llevo a cabo reviviendo una tradición indígena olvidada, en donde una comunidad se une, aporta sus recursos y fuerza de trabajo por un bien común, a esto se le conoce como el tequio. Reunió aproximadamente a 400 familias de 12 municipios y creó el Centro de Desarrollo Integral Campesino de la Mixteca (Cedicam), en donde a pesar de contar con recursos económicos limitadísimos, la comunidad lucho contra el principal culpable del deterioro: la erosión.

En esta región Mixteca existen más de 50,000 hectáreas que han perdido unos cinco metros de altura de suelo y se han ido desertificando desde el siglo XVI ocasionado en su mayor parte por la cría intensiva de cabras, el sobre pastoreo, la industria de producción de cal, el uso del arado de hierro y la tala intensiva de árboles para la construcción de los imponentes templos dominicos establecidos durante la Colonia.

Jesús León y sus amigos impulsaron un programa de reforestación. A pico y pala cavaron zanjas-trincheras para retener el agua de las escasas lluvias, sembraron árboles en pequeños viveros, trajeron abono y plantaron barreras vivas para impedir la huida de la tierra fértil.

Todo eso favoreció la recarga del acuífero y en un esfuerzo titánico, plantaron alrededor de cuatro millones de árboles de especies nativas, aclimatadas al calor y sobrias en la absorción de agua.

Después se fijaron la meta de conseguir, para las comunidades indígenas y campesinas, la soberanía alimentaria. Desarrollaron un sistema de agricultura sostenible y orgánica, sin uso de pesticidas, gracias al rescate y conservación de las semillas nativas del maíz, cereal originario de esta región. Sembrando sobre todo una variedad muy propia de la zona, el cajete, que es de las más resistentes a la sequía. Se planta entre febrero y marzo, que es allí la época más seca del año, con muy poca humedad en el suelo, pero cuando llegan las lluvias crece rápidamente.

Al cabo de un cuarto de siglo, el milagro se ha producido. Hoy la Mixteca alta esta restaurada. Ha vuelto a reverdecer. Han surgido manantiales con más agua, hay árboles y alimentos por lo que se ha reducido la migración.

Actualmente, Jesús León y sus compañeros siembran unos 20,000 árboles anuales y cada día hacen retroceder la línea de la desertificación. Con la madera de los árboles se ha podido rescatar una actividad artesanal que estaba desapareciendo: la elaboración de yugos de madera y utensilios de uso corriente, en talleres familiares.

Además, se han enterrado en lugares estratégicos cisternas de ferro cemento, de más de 10,000 litros de capacidad, que también recogen el agua de lluvia para el riego de invernaderos familiares orgánicos.

El ejemplo de Jesús León es ahora imitado por varias comunidades vecinas, que también han creado viveros comunitarios y organizan temporalmente
plantaciones masivas.

Fuente: Blog Reforestamos
Imagen: Goldmanprize

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1 comentario

  1. Jorge Nicolás Cisneros on

    Amplíen la información sobre la obra de este oaxaqueño ejemplar, pues merece ser conocida por más personas. Mi más alto reconocimiento a Jesús León Santos por su valiosísima obra y mi agradecimiento por el legado que construye para las futuras generaciones.